En los últimos años, los vehículos eléctricos (VE) han pasado de ser una rareza a una realidad común en nuestras carreteras. Esta transición, impulsada por metas globales de sostenibilidad, ha traído consigo no solo cambios en cómo conducimos, sino también en cómo se reparan y mantienen los coches. Pero, ¿reparar un VE después de una colisión es diferente a hacerlo en un coche de combustión? Pues sí; para ello es fundamental entender en qué se diferencian los trabajos de reparación de estos modelos respecto a los tradicionales de combustión. En el blog de CertifiedFIrst explican las diferencias, enfatizando en que en cualquiera de los talleres de su red están capacitados para reparar cualquier vehículo.

• Habilidades y formación especializadas para vehículos eléctricos. Para trabajar en la reparación de un VE no basta con el conocimiento de carrocería tradicional; se necesita una capacitación específica en sistemas eléctricos de alta tensión y componentes exclusivos de estos vehículos. Los técnicos deben dominar la desconexión y manipulación de baterías de alto voltaje, lo cual es esencial para garantizar una reparación segura. Además, los componentes eléctricos suelen encontrarse en ubicaciones distintas a las de los coches de combustión, como debajo del suelo del vehículo o en zonas protegidas del motor. Por ello, desmontar piezas para acceder a áreas afectadas puede implicar más tiempo y precaución, ya que, al no realizarse adecuadamente, se podría poner en riesgo tanto al coche como a los operarios
   
• Herramientas y equipos especiales. Los talleres especializados en reparación de VEs deben contar con herramientas específicas para trabajar con sistemas eléctricos avanzados. La diferencia no está solo en la capacidad de diagnóstico; los VEs necesitan, por ejemplo, estaciones de carga y equipos especiales para el manejo de sus baterías. A menudo, los diagnósticos requieren de equipos de software específicos que evalúan los componentes de alta tensión y detectan problemas en las conexiones eléctricas. Además, en caso de que el daño incluya la batería, el proceso se vuelve aún más complejo y meticuloso
   
• Mayor tiempo en la reparación de colisiones en VEs. La reparación de un coche eléctrico puede tomar hasta un 14% más de tiempo que la de un vehículo de combustión. Esto se debe a que sus sistemas de batería y los componentes eléctricos necesitan un tratamiento especial. En algunos modelos, como los Tesla, los componentes están tan integrados en la carrocería que es necesario desmontar múltiples piezas para llegar a la zona afectada. Otro aspecto a considerar es la disponibilidad de piezas de recambio. Dado que muchos VEs utilizan componentes avanzados y específicos, la espera para recibir las piezas puede extenderse, lo que incrementa el tiempo total de reparación
   
• Materiales ligeros y su impacto en la reparación de carrocería. Para contrarrestar el peso de sus baterías, los VEs suelen estar fabricados con materiales ligeros, como el aluminio o la fibra de carbono. Estos materiales, aunque reducen el consumo energético, plantean un reto a la hora de reparar abolladuras y rasguños. A diferencia de los coches de combustión, reparar una superficie de aluminio o fibra de carbono no es tan sencillo; requiere herramientas y técnicas distintas para evitar deformaciones. Por ello, un trabajo de chapa que normalmente sería rápido y económico en un coche de combustión, puede requerir más recursos en un VE
   
• Cuidados especiales para la batería en reparaciones de pintura. Si el vehículo eléctrico necesita un repintado, también habrá que tener en cuenta la sensibilidad de la batería a las altas temperaturas. Durante el secado de la pintura, el coche suele permanecer en una cabina a altas temperaturas para asegurar un acabado duradero, pero en los VEs esto puede ser un problema. Para evitar daños, se ajustan las temperaturas o se extrae la batería antes de iniciar el proceso. Aunque este procedimiento garantiza la seguridad del vehículo y del personal, incrementa el tiempo necesario para la reparación y el coste del trabajo
   
• Piezas costosas y su impacto en el precio final. Los vehículos eléctricos, al integrar piezas de alta tecnología como las baterías de iones de litio, tienden a tener un coste de reparación más alto que los vehículos de combustión. Además, la demanda de estos componentes puede provocar retrasos. Un ejemplo reciente fue la escasez de semiconductores, esenciales en muchos sistemas de los VEs, lo que causó que varios talleres experimentaran problemas para conseguir piezas con las que reparar fallos en los sistemas de carga.