Es el ciclo de vida de un vehículo: se fabrica, se vende, se usa y acaba en el desguace. El problema está en que si uno de estos pasos no se produce, hay un problema en la cadena. Las ventas de coches nuevos han ido cayendo mes tras mes debido a la crisis económica y a la retirada del Plan Prever y del Plan 2000E, a lo que hay que sumar la falta de crédito por parte de las entidades bancarias.

Desguaces Granada ya recogía vehículos antes de que se dieran ayudas, e incluso antes de que se creara la Unión Europea. En 1942 comenzó este negocio su andadura en Plaza Nueva; años más tarde se trasladó cerca de la estación de Renfe y ahora se encuentra inmerso en una gran transformación ubicado en el Polígono Industrial El Florío. A José María Rodríguez, nieto del fundador de la empresa le está tocando lidiar contra una crisis que comenzó de cara para ellos, aunque ahora les toque vivir la cruz.

«Cuando empezó la crisis, tuve que contratar a cuatro personas más porque estábamos desbordados de trabajo», explica José María. En 2008, los concesionarios empezaron una cuesta abajo vendiendo cada vez menos vehículos y los talleres y los propietarios de los vehículos hicieron que el negocio de los desguaces aumentara hasta en un 70%.

Pero a largo plazo, la disminución de ventas en los concesionarios implicó que los coches antiguos no se dieran de baja, por lo que llegaron menos a los desguaces. La tasa de paro de Granada también importa, ya que, si no se trabaja, se circula menos con el coche, por lo que hay menos desperfectos y menos accidentes. El sistema se resiente de esta manera en todos los puntos, hasta que se rompa en alguno de ellos. La situación es para algunas personas tan crítica que cuando se les avería el coche les piden a los gruistas que se lo dejen en su garaje, ya que les es imposible pagar un taller dada la situación económica que padecen.

A primera vista no parece que falten vehículos. Apilados de dos en dos y ordenados por marcas, cubren más de la mitad de 4.500 metros cuadrados, en un orden estricto que hay que mantener con mano de hierro para luego encontrar en el menor tiempo posible las piezas que se van a vender. Una base de datos informatizada detalla dónde están los cientos de miles de 'artículos' que hay en el desguace, ya que se pueden recuperar hasta el 85% de los compuestos de un coche.

Los gastos comienzan en el momento de la llegada de un vehículo. A partir de ahí, pasa a ser un residuo que tiene que ser tratado. El primer paso es descontaminarlo, quitándole todos los aceites y líquidos, lo que implica un coste de unos 120 euros de media que asumen los desguaces, que también pagan por recibir el coche. En segundo lugar, se desmontan las piezas que tienen más oportunidad de venderse y se almacenan.

La crisis económica también ha afectado a este proceso, ya que los vehículos que llegan ahora al desguace están en peor estado que los que llegaban antes. «Se están reparando automóviles mucho más antiguos que antes, por lo que llegan al desguace con más años», argumenta José María. No solo cambia el estado de los coches; el perfil de los clientes tampoco es el mismo. Si antes los que se acercaban por estos negocios eran en una gran mayoría dueños o empleados de talleres, desde hace unos meses son los particulares los que buscan las piezas que necesitan de desguace en desguace.

Esta empresa también recibe los vehículos que no pueden pasar más tiempo en las instalaciones de la grúa municipal. Muchos han sido abandonados en las calles de Granada y la grúa los retira, lo que implica un gasto extra para el usuario que quiere sacarlo de las instalaciones municipales, ya que si carece de seguro el dueño tendrá que contratarlo y a lo que hay que sumar el pago de los días de la estancia en el depósito.

En caso de que el dueño no se haga cargo del automóvil, este pasa a ser un residuo. Chatarra en la que se han convertido algunos coches con muy pocos kilómetros que, por ejemplo, estaban mal aparcados. «Han llegado muchos nuevos, que se los han llevado de un vado y el propietario no ha ido a retirarlo, y a los tres meses se tiene que desguazar, esté como esté el coche; una vez que entre aquí se convierte en un residuo», sentencia José María.

La situación económica también ha provocado que los desguaces tengan que buscar alternativas a su forma de negocio tradicional. Si antes la mayor parte de los ingresos llegaban de la venta de piezas a terceros, ahora vender chatarra es lo que genera más dinero. Cada cierto tiempo, una máquina fragmentadora divide los vehículos y desde el desguace se prepara el metal para venderlo por piezas y al peso. «Si no vendes piezas, vendes chatarra por kilos», reconoce José María resignado. Un alivio temporal, ya que para poder enviar coches a la chatarra tienen que llegar otros que los sustituyan.

Vía | Ideal